Consiste en un ritual ancestral y autóctono de Asturias y Galicia que, en sus orígenes, comenzó aplicándose a los animales cuando existía la sospecha de que podían sufrir alguna patología provocada por envídias y energías negativas. Para, con posterioridad, realizarse también en personas.
Es toda una cura espiritual del llamado mal de ojo. Mediante la bendición de un agua, se logran eliminar las energías perjudiciales para la persona que lo padece.